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Autor : El Siglo de Torreón
Fecha : 01 Abril del 2023
Fuente: El Siglo de Torreón
Por definición, el factoraje financiero es la herramienta que permite a las empresas ceder o vender facturas por cobrar a bancos u otras firmas financieras para obtener rápido capital, y estas se encargan de cobrar al acreedor.
Es un esquema que ha sido utilizado desde el siglo XVII, cuando en Inglaterra era tedioso cobrar deudas en los Estados Unidos en medio del auge del mercado textil entre esos dos países, y la alternativa a la problemática fue desarrollar este sistema.
A través de los años con la revolución industrial en el medio, el sistema fue creciendo hasta nuestros días, donde tenemos empresas financieras especializadas en dar este tipo de financiamiento.
Básicamente, el factoraje financiero es el mecanismo que le permite a una empresa acceder a los fondos que tiene inmovilizados en cuentas por cobrar. En la práctica, las entidades financieras pueden ofrecer a una factura pendiente un adelanto de 80% y el resto cuando el acreedor cancele su deuda.
Las empresas se ven beneficiadas por sus múltiples ventajas, ya que se tiene un rápido financiamiento, no genera deudas y además da previsibilidad, porque impacta positivamente el balance de las compañías.
El costo se calcula mediante dos tasas, una sobre el valor de la factura y la otra sobre el monto financiado. Las tasas como en toda transacción financiera dependen de la entidad, pero en promedio podemos hablar de entre 0,5% y 1% sobre el valor de la factura; es decir, si el valor de la factura es de $1.000 y la tasa del 0,5, el costo final será de $5.
La tasa sobre el monto financiado es entre el 5% y 10% y es calculada durante los días que se financió, sobre el monto adelantado. Ejemplo, si del costo de la factura a cobrar se adelanta el 80%, la tasa de 5% anual será sobre ese monto.
Tipos de factoraje
El costo total para las empresas se calcula simplemente sumando ambas tasas. Estos costos descritos se aplican cuando se realiza dentro del país. Cuando se hace factoraje internacional, el monto a adelantar y las tasas pueden sufrir cambios. Es por ello que debemos identificar los tipos de factoraje:
*Sin Recurso: Cuando quien compra la factura asume el riesgo del impago por el acreedor
*Con recurso: Cuando el cliente asume el riesgo del impago
– Secreto: Si una compañía no quiere hacer pública esta maniobra, y cobra la deuda de manera anónima
– Nacional: Cuando los 3 actores están dentro de un mismo país
–Internacional: Cuando las entidades involucradas se encuentran en diferentes países
Si nos centramos en esto último, el factoring internacional es la génesis de esta herramienta financiera. Como se explicó, tener la ventaja de poder cobrar facturas internacionales genera ventajas de tiempo, dinero y financiación.
Respecto a esto, se pueden repasar ventajas específicas. Mediante el uso de la financiación, la mayor parte del comercio internacional se lleva a cabo en condiciones de pago de cuenta abierta, y el factoraje de exportación hace que sea más factible para las empresas tener éxito en la post pandemia donde el retraso en los pagos se está convirtiendo en un lugar común.
Asimismo, el financiamiento no solo es inmediato, sino que permite un proceso de financiamiento sencillo. Las entidades financieras eliminan los requisitos rígidos que a menudo se encuentran a la hora de buscar un préstamo bancario. Así las empresas se centran en su negocio principal y sus objetivos.
Para las pymes, el último punto es un reto que en ocasiones se presenta como un punto de inflexión. Porque es el sector al que más le cuesta asumir un atraso a la hora de cobrar. Si a esto sumamos la incertidumbre económica y regulaciones derivadas de los años de pandemia, la previsibilidad que otorga el factoring sumado a la asesoría financiera que ofrecen las entidades que lo aplican, pueden marcar un antes y un después a la hora de invertir, minimizan asumir riesgos innecesarios que ayudan al crecimiento de cualquier emprendimiento.
El flujo de caja hace a las empresas más eficientes al permitir cubrir los costos generales, los gastos diarios, comprar activos, actualizarse y expandir operaciones. Tener la posibilidad de vender a crédito mantiene competitivas a las empresas, pero también podría poner en riesgo su estabilidad al obligarlas a esperar meses para recibir los pagos.
México no escapa de la incertidumbre global, mucho menos de la región. Las pymes mexicanas según datos que aporta el INEGI, emplean más del 35% de la fuerza laboral, y la mayoría, marca como el financiamiento uno de sus grandes problemas.
El origen del factoraje en el mercado financiero mexicano data de finales de los años setenta, y el crecimiento sostenido del sistema, permitió que en 1988 se creara la Asociación Mexicana de Factoraje Financiero y Actividades Similares (AMEFAC), con el objetivo de difundir y representar a los asociados a la actividad.
Actualmente, la AMEFAC, tiene 17 asociados, entre bancos y sociedades financieras, entre los que destacan: HSBC México, Morgan Grupo Financiero, BBVA Bancomer, Banco Nacional de México y Financiera Bajío.
Los datos que aporta la AMEFAC respecto a su rubro son contundentes. En México, el 90% de las empresas que usaron el factoraje como mecanismo financiero fueron Pymes.
Durante la pandemia, México fue el quinto país que más cayó en la región (9%) tras Venezuela, Perú, Panamá y Argentina, y ya venía de contraerse 0,1% en 2019. El golpe a la economía mundial está más que claro y es entendible que quienes más lo sufren son las pymes. El INEGI publicó que el 86% de las empresas disminuyeron sus ingresos. Esto hizo que el factoraje creciera como mecanismo de financiamiento en 2020.
La AMEFAC informó que pese a esto, en 2021 su uso disminuyó, esto se puede interpretar como una recuperación general de la economía en México, es decir, solventaron los problemas con sus acreedores. Pero sirvió como la gran herramienta de recuperación económica de las empresas mexicanas.
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