
México y la oportunidad automotriz global
Fuente: Forbes
El incremento a la importación de vehículos de hasta 50 por ciento y de autopartes de entre 10 y 50 por ciento constituye una oportunidad de reordenar el tablero productivo, reducir la dependencia tecnológica y fortalecer el mercado interno.
La reciente decisión del gobierno mexicano de elevar los aranceles a mil 463 clasificaciones de productos vinculados a 17 sectores estratégicos representa un giro de relevancia estructural en la política comercial del país.
En particular, el incremento a la importación de vehículos de hasta 50 por ciento y de autopartes de entre 10 y 50 por ciento constituye una oportunidad de reordenar el tablero productivo, reducir la dependencia tecnológica y fortalecer el mercado interno. México ha sido, por décadas, actor clave en la industria automotriz global, pero principalmente como ensamblador para cadenas de suministro norteamericanas.
Ahora se abre una ventana de oportunidad para dar un paso adicional: aspirar a consolidarse como centro industrial de mayor valor agregado, con procesos que trasciendan el ensamblaje y se orienten a la innovación tecnológica. El objetivo no es cerrar fronteras, sino canalizar capacidades productivas hacia la generación de empleo formal, la sustitución de importaciones y la sofisticación tecnológica. Se trata de equilibrar la balanza, no de romper vínculos. El comercio con China muestra la magnitud del desafío.
En octubre de 2024, las importaciones provenientes del país asiático sumaron 12 mil 487 millones de dólares, mientras que el pico histórico de exportaciones mexicanas a ese destino apenas alcanzó mil 190 millones de dólares en febrero de 2022.
“Nosotros exportamos un dólar y les importamos 11; la tendencia de crecimiento de ese déficit para México es muy inconveniente”, detalló el Secretario de Economía, Marcelo Ebrard.
Los nuevos aranceles, dirigidos a países con los que México no tiene tratados comerciales —China, Corea del Sur, India, Indonesia, Rusia, Tailandia y Turquía— no buscan una ruptura, sino una reconfiguración estratégica.
Como lo ha señalado la Presidenta Claudia Sheinbaum: “El objeto de esta reforma es aprovechar nuestro mercado interno para que la producción tenga lugar en México y emplee a personas trabajadoras mexicanas, al mismo tiempo que se contribuye a equilibrar los balances de comercio exterior en beneficio de la convivencia y bienestar de todas las mexicanas y mexicanos”.
En este entorno, la industria automotriz mexicana parte con ventajas relevantes: infraestructura instalada, talento técnico, experiencia exportadora y acceso preferencial a América del Norte vía el T-MEC. Sin embargo, contar con ventajas no equivale a garantizar un futuro asegurado.
El reto consiste en traducir esas condiciones en una política industrial consistente, con incentivos para el desarrollo tecnológico, apoyo a proveedores nacionales y mecanismos que reduzcan la dependencia de insumos extranjeros. Los aranceles a China y otros países no deben interpretarse como una defensa pasiva del mercado. Son una palanca para consolidar a México como hub productivo de Occidente.
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