La electromovilidad es la ventaja logística que México no puede dejar pasar
Equity Link
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Fuente: T21
En la nueva carrera por la competitividad, la movilidad eléctrica puede redefinir el mapa económico de México. Las regiones que comprendan este cambio -y lo integren en su infraestructura, política industrial y logística- no solo atraerán inversión, sino que se posicionarán como los nuevos ejes del desarrollo sostenible.
La pregunta no es si el transporte eléctrico llegará, sino qué tan preparados estaremos para aprovechar su impulso. De acuerdo con datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA), las ventas mundiales de camiones eléctricos pesados superaron las 70 mil unidades en 2024 y en Latinoamérica las ventas aumentaron casi el 40 por ciento. Esto, también ha repercutido en el mercado nacional.
Datos del Barómetro de Electromovilidad de la Electro Movilidad Asociación (EMA) reportaron que gracias a las cinco mil unidades que se vendieron en el país el primer trimestre de 2024 se evitarán unas siete mil 463 toneladas de CO₂ equivalente en un año, cifra significativa si se piensa en flotas que operan diariamente. La expansión de la electromovilidad no puede entenderse sin el crecimiento paralelo de la generación eléctrica limpia.
Según el Gobierno de México, entre octubre de 2024 y junio de 2025 la energía limpia inyectada al Sistema Eléctrico Nacional aumentó un 12.4%, pasando de 55,856.4 GWh a 62,775.2 GWh. Esa transformación de matriz energética es base imprescindible: sin electricidad confiable y limpia, la electromovilidad pierde su ganancia ambiental. A la par, la Secretaría de Energía reportó que la capacidad de generación instalada creció de 79,735 MW en 2024 a alrededor de 84,739 MW para 2025, impulsada por proyectos de modernización de transmisión, subestaciones y redes de distribución.
Este avance configura una ventaja competitiva tangible para los corredores industriales. En rutas de alta demanda logística, contar con estaciones de carga bien distribuidas, tarifas eléctricas previsibles y generación renovable local puede traducirse en menores costos de operación, reducción de emisiones y una menor exposición a la volatilidad del petróleo. Las regiones capaces de garantizar estas condiciones atraerán inversiones, proveedores y operadores logísticos que hoy priorizan la certeza operativa y la eficiencia energética.
En este escenario, regiones económicas como el bajío, con su alta densidad automotriz y manufacturera, y el norte, por su cercanía a los mercados de exportación y su infraestructura transfronteriza, parten con una ventaja estructural para acelerar la transición. Sin embargo, el liderazgo no está garantizado ya que aún persisten retos claros en infraestructura de carga para transporte pesado, inversión inicial en flotas eléctricas, armonización regulatoria y modernización de redes eléctricas.
La electromovilidad demanda no solo voluntad empresarial, sino una coordinación pública y privada que permita escalar la infraestructura y fortalecer la resiliencia energética regional. Aun así, las proyecciones globales confirman que la ruta ya está trazada. El informe The Future of Trucks de la IEA estima que la electrificación del transporte de carga puede reducir entre 20% y 25% el consumo de energía y alcanzar eficiencias de hasta 85% o más frente a motores convencionales.
México tiene el talento técnico, la base industrial y la capacidad energética para capitalizar esta transición si articula los esfuerzos de planeación territorial con los de innovación tecnológica. La electromovilidad es el nuevo lenguaje de competitividad. Si gobiernos locales, parques industriales, empresas logísticas e inversionistas coordinan sus estrategias, los corredores logísticos electrificados podrán consolidarse como el nuevo estándar de eficiencia y sustentabilidad.
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